La primera duda que surge cuando se habla en 3D es el material con el que se imprime. La clásica tinta líquida es evidente que no sirve para imprimir en tres dimensiones, mientras que otros compuestos como la madera o el acero son poco maleables y demasiado duros. Por eso el grupo de investigación de ingeniería mecánica del profesor Jürgen Stampfl y el equipo de investigación química del profesor Robert Liska estudiaron de manera conjunta las características que debía tener el material sintético para poder imprimir en 3D.
Los investigadores crearon de este modo una resina sintética con una propiedad muy especial: se endurece solo cuando es iluminada por un tipo de luz concreta. De este modo el funcionamiento de la impresora doméstica tridimensional es simple. Capa a capa la resina sintética se irradia con este tipo de luz hasta que se endurece y la siguiente capa puede adherirse a la anterior. Así hasta que la pieza queda definitivamente estructurada.
Tecnología de fabricación aditiva
El nombre de esta tecnología es el de "tecnología de fabricación aditiva" y, tal y como explica uno de los investigadores que ha desarrollado este gadget, Klaus Stadlmann, con esta tecnología "podemos producir objetos geométricamente complicados con una difícil estructura interna". El prototipo ha sido desarrollado por Stadlmann junto con Markus Hatzenbichler.
Esta nueva tecnología, según han explicado desde la TU de Viena, no es más grande que un cartón de leche, pesa alrededor de un kilo y medio y costaría unos 1200 euros. A este respecto, Stadlmann ha explicado que continuarán "reduciendo el tamaño de la impresora y el prexio descenderá también, en el caso de que se produzca en grandes cantidades".
Nuevas técnicas, materiales y aplicaciones
El grupo de investigación está trabajando en otras técnicas y materiales, como cerámicas especiales y polímeros, para el desarrollo de la impresión tridimensional. Incluso desde un punto de vista ecológico, pues actualmente se están desarrollando sustancias biodegradables, para intentar dañar lo menos posible al medio ambiente a nivel de residuos.
Además de una clara función ociosa, sus aplicaciones abren un mundo de posibilidades a nivel médico. Gracias a este tipo de tecnología se podrían crear partes médicas a medida de cada paciente, como si fueran piezas de orfebrería. A este respecto, además de la posibilidad de su creación tridimensional, habría que tener muy en cuenta los materiales de fabricación de modo que cumpliesen ciertos requisitos de durabilidad, capacidad térmica, etcétera.
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