Las chicas lindas la tienen más fácil


Si bien en este blog se publican contenidos sobre informática, tecnología e internet, llegué a un material muy bueno y me pareció ideal compartir con los lectores de este blog, espero que les guste.


Soy una convencida de que en esta vida la apariencia externa tiene que ser solo algo incidental, algo en lo que está bueno fijarse solo una vez que nos hemos desarrollado como personas, ya que ser una linda cáscara pero vacía de contenido es desaprovechar todo lo que podemos ser como seres humanos. No estoy en contra de cuidar nuestro aspecto, al contrario, me parece algo que hay que incorporar en nuestras rutinas, solo que no debería ser lo más importante.

Sin embargo, qué difícil es sostener esta creencia cuando nos encontramos con documentales como el que quiero compartir con ustedes hoy.

En el video que acompaña a este post, una chica se vistió de dos formas bien diferentes para encarar la misma situación: pedir cosas gratis. Así es, con una completa resolución, se dedicó a ir por la ciudad pidiendo cosas gratis, desde comida hasta viajes en taxi. Un día lo hizo vestida como una mujer infartante, y la otra, como una mujer normal algo desalineada.

El resultado es triste pero no sorprendente: la misma gente que le abrió sus puertas sin pedir nada a cambio cuando estaba en su mejor look, la sacó corriendo cuando se acercó como mujer común y corriente. Y para asegurarse que no sea una cuestión “de suerte”, algunos experimentos (como el del taxi) los repitió más de una vez.

¿Será machismo? ¿Calentura? ¿O simplemente una mejor predisposición a lo que nos resulta estéticamente agradable? Sea como sea, esto termina siendo perjudicial para todas las mujeres (y hombres, porque supongo que con ellos debe pasar algo parecido también).





Para las mujeres “normales”, es injusto porque la apariencia termina siendo más importante que el mérito o lo que hay dentro. Y para las “atractivas”, porque se termina descalificando todo lo que no sea su apariencia, y quizás también tienen un montón que ofrecer como personas, pero nadie se termina fijando en eso.

Para pensarlo.