En lugar de utilizar sistemas biométricos convencionales basados en el tono de tu voz o las huellas dactilares, el sistema desarrollado por la universidad consta de un asiento equipado con 360 sensores de presión, que mapean la disposición de las nalgas del usuario, su contacto con el asiento y los puntos en los que se ejerce un mayor peso. Durante los test realizados, seis personas fueron identificadas con una precisión del 98%.
La idea de sus creadores es lanzar su creación de forma comercial dentro de dos o tres años, ofreciéndola a otros fabricantes como componente para futuros sistemas antirrobo.
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